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Me prohibieron ver a mis hijas por ser mujer trans. La triste e injusta historia de Ángela

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Nos encontramos todavía leyendo y escuchando muchas noticias respecto el día de la visibilidad trans, que se conmemoró el pasado 31 de marzo como cada año en el mundo. }

Aun con esta visibilidad masiva, al día de hoy muchas personas se preguntan por qué se lucha. Les contaré una historia que por estadística les sucede todavía a muchas personas trans, solo por ser trans. Las historias son todas distintas con excepción de una coincidencia, existe una afectación en tu proyecto de vida.

Entrevisté a Ángela Suzette de la Mora Menchaca, mujer trans que lleva más de 12 años buscando a sus hijas de nombres Michelle Alhelí de la Mora González, de ahora 15 años y a Leslie Javanny de la Mora González, de 18 años, cualquier información que tengan o si conocen a sus hijas ella les envía el siguiente mensaje:

“…las amo, son mi vida, desde que nacieron son mi mayor fuente de alegría y mi motivo para seguir viviendo…”

Ángela, tuvo una relación sentimental con Liliana Guadalupe González González, ahora de 40 años, donde procrearon a sus 2 hijas.

Con el paso de la relación, Ángela quien en ese momento utilizaba su nombre asignado al nacer le cuenta desde el amor a Liliana que es una mujer trans y que, social y jurídicamente empezará las rectificaciones necesarias; modificar su acta de nacimiento, en nombre y sexo (que ya se puede hacer en México) así como su expresión de género y nuevos pronombres.

Al principio fue un shock, porque nadie nos explica que la diversidad existe. Me contaba con una gran sonrisa que quienes mejor entendieron el tema fueron sus hijas, con la naturalidad como tendría que ser.

Ellas tenían 3 y 6 años cuando se las arrebataron al creer de manera equivocada, injusta e ilegal que ser una mamá trans sería algo negativo en sus vidas. Sin pensar el enorme daño que están haciendo al separar a sus hijas a crecer con su progenitora.

¿Cómo no has visto a tus hijas por más de 12 años?- pensé yo.

Y en seguida empezó a contarme el calvario que ha transitado desde el simple hecho que le admitieran la denuncia penal, ya que imaginen, si al día de hoy seguimos peleando los derechos de las personas de la diversidad sexual, ya se se imaginarán una década atrás.

La primera vez que intentó presentar la denuncia por el delito de sustracción de menores, como lo señala el Propio Código Penal para el Estado de Nuevo León en su artículo 284, le dijeron que al no coincidir su expresión de género y apariencia física con su ID, no podrían atender el caso.

En el año 2011 veíamos los primeros casos de personas trans que lograban rectificar su acta de nacimiento y luego su CURP, RFC, INE, licencia, pasaporte etc.

Me contaba entre lágrimas que no se ha cansado porque sus hijas son su motor. Porque no es justo que ellas también hayan crecido con quién sabe qué versión. “¿Las abandoné? Eso no es cierto. ¿Soy un mal ejemplo? Claro que no”, se preguntaba y respondía de inmediato.

La realidad es que hoy no lo sabemos, pero lo que sí sabemos y ha quedado claro es que la transfobia, mezclada con la ineficacia jurídica que tenemos en nuestros sistemas de justicia, más la desinformación, más la negativa de las autoridades a apoyar, ha llenado de piedras el camino para dignificar la patria potestad que debería tener si no fuera por la transfobia.

Nos preguntamos ¿Cómo le han hecho para tramitar el pasaporte? ¿Acaso hicieron algún juicio de pérdida de patria potestad? ¿Qué argumentos utilizaron? ¿Por qué nadie se percató que esto es violencia de género? ¿Por qué no han llamado a juicio a Ángela si de verdad existiera algo malo en su crianza? ¿Nuestro derecho a la convivencia? ¿A un sano desarrollo? ¿Al interés superior del menor?

En el transcurso de estos años Ángela se ha enfrentado a la ignorancia de varios fiscales, al aprovechamiento de abogados sin perspectiva de género que le han quitado grandes honorarios de por medio sin al día de hoy haberlas encontrado.

Por su parte ella no se quedó con los brazos cruzado. Investigó e investigó hasta llegar a El Closet LGBT, A.C., quienes le han brindado asesoría y representación jurídica para que se le reciba la denuncia, resuelva con perspectiva de Derechos Humanos, y resuelva como debió de haber pasado tiempo atrás.

Ángela está cansada, su motivación son algunas fotos viejas de los últimos recuerdos que tiene con ellas en familia.

Esas imágenes son los últimos recuerdos que tiene con sus hijas, antes que la transfobia se las arrebatara.

Se integró a la reunión también Ana Eugenia Rodríguez, primera Regidora trans en municipio de Monterrey, donde claro que también le mostró el tesoro de las fotos.

Ángela continuará con los procesos legales que sean necesarios, siente que lleva desventaja ya que hace varios años era imposible que alguien de alguna autoridad le pusiera atención a su caso.

Ella no se arrepiente de haberse nombrado e identificado como una mujer trans, sentía que ya no podía evitar el tema de ser visible. Lo que sí se arrepiente es no haber podido encontrar a personas que la apoyen entendiendo la población prioritaria en la que se encuentra.

A la familia que esconde a sus hijas, recapaciten por favor, si antes pensaba que si una mujer trans criaba a tus hijas sería “algo malo”, al día de hoy es una violencia institucional, un delito de sustracción de menores, un dolor irreparable a crecer con una vida libre de violencia.

El hubiera no existe pero es momento de que cambie la historia de una separación en la crianza por tener un pensamiento dañino de que Ángela no sería buena madre, solo y simplemente por el simple hecho de nombrarse una mujer trans.

“Ami” es como le decían sus hijas cuando eran pequeñas, porque no querían que de pasar a decirle papá dijeran mamá (cuando eso es lo que es) decidieron en la familia que le dirían “ami” en lugar de –mami- y ellas enseguida así la nombraban. Significaba también Amiga.

Michelle, Leslie busquen a su ami.

#Nomastransfobia
Las infancias aprenden…

Ángela les leía todas las noches al dormir el siguiente texto:

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